Aprende cómo identificar y manejar la ansiedad social
En algunas personas, la timidez se ha intensificado tanto que a veces interfiere con sus actividades cotidianas. Otras incluso llegan a experimentar un miedo abrumador a ser juzgadas negativamente por los demás.
Ese sentimiento, en ocasiones, interrumpe el sueño, debido a los pensamientos intrusivos sobre posibles equivocaciones y burlas, como si se tratara de una anticipación de los hechos. Las personas con estas características suelen permanecer alejadas y evitan participar en actividades sociales por miedo a decir algo inapropiado o a no saber cómo actuar. Prefieren permanecer en casa estudiando o viendo series.
Estas personas no son realmente tímidas, sino que experimentan ansiedad social, un trastorno que afecta aproximadamente al 9% de las mujeres y al 7% de los hombres cada año.
¿Cómo la detectamos?
La ansiedad social, también conocida como fobia social, presenta ciertos síntomas como un miedo intenso y persistente a situaciones sociales o actuaciones en las que siente que puede ser juzgada, avergonzada o humillada por los demás.
Entonces, ¿en qué se diferencia de la timidez? Pues en que esta se trata solo de una tendencia de personalidad con respecto a ciertos comportamientos y pensamientos, mientras que la ansiedad social se define como un trastorno psicológico incapacitante, asociado a un diagnóstico validado por la comunidad científica. Es importante también distinguirla de otros problemas de ansiedad, mediante un diagnóstico diferencial que explora semejanzas y, especialmente, las diferencias en relación con la sintomatología.
En un ataque de pánico, por ejemplo, los desencadenantes son difusos, mientras que en el trastorno de ansiedad social se trata de situaciones que impliquen hablar en público, comer o beber frente a otros. En los ataques de pánico, el miedo posterior se asocia con la posibilidad de sufrir otro episodio, mientras que en la ansiedad social, el miedo está relacionado con el temor a ser evaluado de manera negativa en situaciones sociales.
En el trastorno de ansiedad generalizada, ocurre algo similar. En este último caso, el miedo está vinculado con las posibles catástrofes que pueden ocurrir, pero no está enmarcada en un contexto social. En este trastorno, el miedo a reuniones o los momentos de exposición en público no es un problema, sino que la persona con ansiedad generalizada experimenta dificultad para controlar sus preocupaciones, lo que genera síntomas persistentes como tensión muscular, fatiga y falta de sueño.
Tratamiento y manejo
El tratamiento consiste en una terapia psicológica, donde se proporcionan las herramientas necesarias para manejar esas situaciones sociales. En algunos casos, se emplea medicación si ocurren eventos puntuales como un ataque de pánico o un episodio de disociación.
En la actualidad, se han conseguido mejores resultados mediante la realidad virtual aplicada a modalidades como la terapia cognitivo-conductual o la terapia de exposición. También se recomienda a los pacientes practicar una serie de pautas de conducta como:
- Entrenamiento gradual de habilidades sociales. Exposición a situaciones menos intimidantes, en grupos pequeños y de confianza.
- Técnicas de respiración profunda y relajación muscular.
- Identificación y análisis de los pensamientos negativos en relación con la situación de ansiedad social.
- Ejercicio físico, debido a que genera ciertas sustancias químicas que activan procesos metabólicos esenciales para la regulación de la ansiedad en general.
Habitualmente, la falta de conocimiento hace adoptar actitudes pesimistas distintas al diagnóstico real, atribuyendo estos síntomas a rasgos de personalidad como la timidez. Es por eso que surge la importancia de la concienciación hacia prácticas de inclusión desde edades tempranas que eviten la presencia de estos trastornos en el futuro.